· casa trasladada ·
Reforma de un ático en la Vega de Granada
El proyecto, que comenzó con una mudanza, encontró su lógica en el desalojo mismo de un gran volumen de piedra extraída de una cantera cercana. Esta decisión conecta desde el principio, no sólo con los jardines y patios de Granada, sino también con una tradición de arquitectura impregnada por la solidez y permanencia que se encuentra en montañas y rocas, y se traduce en el material pétreo de la vivienda. Todos los espacios de la casa quedan cualificados por el uso de la piedra como elemento unitario capaz de dotar a las estancias de una atmósfera tectónica de vetas cambiantes, al tiempo que diluye la conexión con el gran espacio de terraza exterior.
El mismo material se utiliza en diferentes formatos, desde la cuadrícula para la superficie de muros y pavimento, a las considerables losas para la escalera que conecta los dos niveles de la vivienda; grandes piezas monolíticas talladas para la pila y los lavabos, colocado el de mayores dimensiones bajo un gran hueco que mira a Sierra Nevada; o incluso dispuestas en bruto y sin cortar, a modo de encimera en una cocina abierta y luminosa. El mismo material resuelve además jardineras y alberca, rodapiés y zócalos, encimeras y baldas, una chimenea o los sofás del estar, realizados in situ.
Quizás lo más determinante para que se produjese este traslado de piedras, muebles y enseres, fue que el lugar a intervenir contara con una gran terraza con espacio suficiente para albergar las decenas de macetas, tiestos, setos, arbustillos y árboles que crecieron en otro hogar. Esta estancia a cielo abierto se convierte en el centro de las actividades de sus habitantes, provocando que los espacios interiores no sean más que prolongaciones del mismo, como oquedades en la roca que en cierto momento diluyen sus límites al correr las carpinterías que los separan. En esa terraza se confeccionan una lámina de agua para el baño estival y un plano de sombra y cobijo.
Los cantos, losas y monolitos dotan ahora de forma y atmósfera, guardan naturaleza y agua, sombra y aire en un jardín fresco vigilado por una vieja máscara de piedra y suspendido en las alturas.